"Cuando eliges una Molteni no es una idea de última hora, es lo primero en lo que piensas cuando abres un restaurante, son 5 toneladas de acero sólido.
La Molteni tiene que llegar primero y luego todo el restaurante se construye en torno a ella y eso siempre es una decisión que pone los pelos de punta porque todo lo que pones en piedra lo pones en piedra, pero cuando cocinas con Molteni no hay nada igual, es como conducir un coche precioso, como un Rolls Royce, te da una sensación de confianza como ningún otro".